Cuando una articulación ha llegado al final de su vida útil en este caso de la rodilla, ya sea por una fractura previa, enfermedad (artritis), deformidad angular, inestabilidad o envejecimiento se va a acompañar de dolor constante, aumento de volumen, limitación para la movilidad (extensión o flexión completas), chasquidos, tronidos, aparición de protuberancias (bolitas) etc.